Believe

Mirando al horizonte, quizás hallemos nuestro norte.

viernes, 1 de noviembre de 2013

El tren de la vida.

Cada día paran decenas de trenes en la estación, sube y baja gente, gente con sus propias historias y sus motivos personales para realizar el viaje. 
Cada día despegan unos cuantos aviones del aeropuerto, pájaros de acero llenos de personas, algunas acostumbradas, otras no tanto.Una mayoria de la gente de de ese avión no notan nada, pero a una minoria se les pone un nudo en la garganta, sudan, les aumenta la circulación de su sangre, fenómeno al que solemos llamar pánico a los aviones, y para ello tenemos a esas chicas vestidas tan monas que saben idiomas que ni sabíamos que existían.
Y los días trancurren igual, mismos horarios, mismos billetes, hasta que llega el día que te toca a ti coger ese tren. Para ti en ese día cada minuto de la cuenta atrás a la salida son eternos, tu asiento es tu trono, el único lugar que te aporta una extraña seguridad, y en lo único que puedes pensar es que al bajar de este vehículo, te espera un nuevo mundo que no conoces, una nueva ciudad, con gente distinta, distinta rutina, y te sientes asustada, porque tienes miedo a lo desconocido. Cierras los ojos. Respiras. Sueñas. La música de tus auriculares retumba en tus oidos. Tarareas la canción sin saber que el señor de al lado te esta oyendo. Y empieza un nuevo viaje al que en esta ocasión llamaré vida.
                             




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