Believe

Mirando al horizonte, quizás hallemos nuestro norte.

sábado, 25 de mayo de 2013

Hablemos de inspiración.


Está sentada frente a su escritorio, las lágrimas, más brillantes que nunca, atraviesan sus rosadas mejillas lentamente pero sin pausa. La imaginación fluye por sus venas. No sabe realmente lo que quiere escribir, ni sobre qué, ni sobre quién, ella solo sabe que lo necesita. Papel y lápiz. Su única escapatoria de la realidad, de la cruda realidad que le rodea, donde los pobres no tienen para comer, y los ricos tienen despensas llenas y llenas. Y por fín le ha venido la inspiración, coge su lápiz fuertemente para que no se le resvale y comienza a trazar figuras con formas de letras que una a una van formando palabras, y éstas forman textos llenos de sentimiento e incluso podría decirse que de sabiduría, una sabiduría tremendamente increible para sus apenás quince años de edad. Ella sabe que nadie lo leerá nunca pero una vez terminada esa sucesión de caligrafía perfecta, deja reposar el lapicero sobre el escritorio, se levanta tranquilamente mientras se retira de su rostro el camino de agua que han dejado sus lagrimas, camino como el que dejan los carcoles tras un día de otoño lluvioso. Dobla el papel en 4 partes, se lo mete al bolsillo y tan fácil como entró por la puerta, sale.

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