Believe

Mirando al horizonte, quizás hallemos nuestro norte.

jueves, 5 de julio de 2012

Madurar.

Después de algún tiempo tú aprendes la diferencia, la sutil diferencia entre dar la mano y socorrer un alma, y aprendes que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad, y comienzas a comprender que besos no son contratos y regalos no son promesas, y comienzas a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y los ojos adelante, con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño, y aprendes a construir todos tus caminos hoy, porque el terreno de mañana es demasiado incierto para los planes y el futuro tiene la costumbre de caer en medio del hueco.
Después de un tiempo, aprendes que el sol quema si estás expuesto mucho tiempo.
Y aprendes que no importa cuanto te importen algunas personas, algunas personas simplemente no importan.

Descubres que lleva años para construir confianza y sólo segundos destruirla, y que tú puedes hacer cosas en un instante, de las cuales te arrepientas el resto de tu vida.

Aprendes que las verdaderas amistades continúan creciendo a pesar de las largas distancias.
Y lo que importa no es lo que tú tienes en la vida, sino a quiénes tienes en la vida, y que los buenos amigos son la familia que la vida nos permitió escoger.


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